El envejecimiento
En
el proceso de envejecimiento surgen algunos cambios que afectan tanto al
aspecto biológico como al psicológico de la persona. Pero, además, también se
produce una importante transformación en el papel social que hasta entonces ha
desarrollado esa persona.
Sin
duda, los cambios que antes se ponen de manifiesto durante el envejecimiento
son los cambios físicos que, en realidad, son una continuación de la
declinación que comienza desde que se alcanza la madurez física,
aproximadamente a los 18 o 22 años. A esa edad finaliza la etapa de crecimiento
y empieza la involución física. Pero no todos los cambios se producen en la
misma época y con el mismo ritmo.
La
razón por la que se considera a la persona mayor como «vulnerable» es porque su
organismo tarda más tiempo en recuperarse de cualquier proceso que afecte a su
normalidad. Pero al mismo tiempo que aparecen esas «vulnerabilidades», la
mayoría de las personas de edad avanzada desarrollan una serie de mecanismos de
adaptación y de estrategias que compensan las carencias. Eso les permite llevar
su vida diaria con relativa autonomía.
También se presentan algunos cambios biológicos relacionados con la edad, como por ejemplo en el sistema sensorial, algunos de estos cambios son los siguientes:
Visión
Audición
Gusto y olfato
Tacto
Todos
esos cambios se producen como consecuencia de transformaciones internas, como
son la disminución en la producción de colágeno y la pérdida de grasa subcutánea
y masa muscular. Pero también pueden ser originados por deficiencias en la
alimentación, por posibles enfermedades o por una excesiva exposición al sol
sin la suficiente hidratación aplicada por vía tópica (cremas).
Los cambios sociales y psicológicos
relacionados con la edad se refiere al hecho de hablar acerca de los roles
sociales, nos referimos al conjunto de funciones, normas, comportamientos y
derechos definidos social y culturalmente, que se esperan que una persona
cumpla o ejerza de acuerdo a su estatus social, adquirido o atribuido.
Con
el paso de los años, esos roles van cambiando y, al llegar el envejecimiento,
la sociedad obliga al individuo a abandonar algunos de esos roles que ha
desempeñado durante toda su vida.
Esta
nueva situación conlleva una serie de cambios sociales y psicológicos en el
individuo.
Cambios sociales: Existen numerosas teorías que intentan explicar los cambios psicosociales que se producen con el envejecimiento y el origen de esos cambios. La disminución o ausencia de actividad social no aparece de forma repentina en los mayores. Lo habitual es que esa actividad se vaya reduciendo paulatinamente con el paso del tiempo.
Al reducirse la frecuencia de las relaciones
sociales, se refuerza su valor y se hacen más gratificantes, dedicando más
tiempo a su mantenimiento.
Se observa que la calidad de la interacción
resulta ser más determinante que la cantidad.
Sea
como sea, la motivación de la persona mayor para establecer nuevas relaciones
disminuye y lo hace en la misma proporción que la autonomía y la autoestima, lo
que suele llevarla a aislarse y refugiarse en una soledad en la que se siente
segura.
De
ahí la importancia de un programa de intervención adecuado para fomentar la
participación en grupos, favorecer el dinamismo de las relaciones entre
usuarios y aumentar la actividad social.
La
sexualidad es una de las necesidades básicas de la persona, en concreto, la
tercera después de la necesidad de alimentación y la de seguridad. La
sexualidad en la vejez persigue los mismos objetivos que en otra etapa de la
vida: placer del contacto corporal, comunicación, dignidad, aceptación sin
paternalismos y la seguridad emocional que da sentirse querido.
De
los estudios realizados sobre los trastornos del estado de ánimo, la ansiedad y
la autoestima en personas mayores. En algunos de estos estudios queda reflejado
que la presencia de depresión en los mayores favorece la aparición de otros
efectos:
• Descenso de la calidad de vida.
• Aumento de las enfermedades físicas.
•Disminución de la esperanza de vida.
• Incremento del riesgo de sufrir una muerte prematura por la aparición de enfermedades somáticas.
• No aceptación de la nueva
situación de dependencia. (Esta quizás sea la consecuencia más grave).
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